Detrás de esos paneles electrónicos que nos indican la cifra de muertos y heridos caídos cada semana en la carretera hay una realidad que no podemos olvidar: quien viaja en ambulancia desde el lugar de una colisión hasta un quirófano donde ser atendido precisará una gran cantidad de sangre. Y esa sangre debe salir de algún sitio.
La sangre no se puede fabricar. Las personas que la necesitan dependen de que otra persona decida donarla de forma altruista. Por eso en esta época, cuando aumenta la siniestralidad vial, es más necesario que nunca incrementar el número de donaciones y así disponer de sangre para todos y cada uno de los heridos que la puedan precisar cuando son atendidos en una sala de operaciones.
¿Cómo se realiza una donación de sangre?
Los requisitos son pocos y se repasan en cada ocasión que queremos donar. Basta con tener 18 años, pesar más de 50 kilos, tener un estado de salud aceptable, no estar en ayunas y no haber donado sangre en los últimos dos meses.
El procedimiento es muy simple. Tras rellenar un formulario en el que se nos pregunta por nuestro estado de salud, nos entrevistamos con un médico que nos realiza una sencilla prueba de hemoglobina para detectar si tenemos anemia y nos toma el pulso y la tensión. Tras esto, pasamos a la sala de extracciones donde nos sentamos cómodamente mientras cedemos muy amablemente 450ml de sangre que nos sacarán empleando siempre material estéril de un solo uso.
Al acabar, nos colocarán en el punto de extracción una gasa con un apósito, nos invitarán a un piscolabis para reponer fuerzas y nos recordarán algunos puntos esenciales que debemos tener presentes tras la donación:
- No fumar en dos horas
- Beber mucho líquido (nunca alcohol)
- No hacer ejercicio físico fuerte ni manejar maquinaria pesada en 12 horas
- No coger peso con el brazo en el que se ha realizado la extracción
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