4/5/11

Un gran vídeo para la reflexión colectiva

En Australia la Comisión de Accidentes del Transporte (TAC) lleva ya dos décadas de anuncios de televisión que buscan concienciar. Para conmemorarlo, y con motivo de las pasadas fiestas de Navidad, lanzaron a principios de diciembre una película de más de cinco minutos que recoge cientos de microsecuencias extraídas del resto de las campañas. La verdad es que yo no conocía este spot, por lo que pido disculpas por el retraso a la hora de hablar de él. A pesar de esto, no está de más que lo abordemos hoy. El vídeo trata de un tema
 que por desgracia no se guía por el criterio de actualidad, sino que está ahí día tras día, semana tras semana y año tras año.
La película se centra en el problema del alcohol en la carretera, todo un clásico para reflexionar en las fechas que fue emitido, y sigue un hilo narrativo muy preciso. En primer lugar muestra entornos de celebración y alegría, mucha alegría. Más tarde vemos las consecuencias de haber bebido antes de conducir, desde los comportamientos al volante, pasando por los controles de alcoholemia hasta los resultados más luctuosos: espectaculares colisiones y meses de rehabilitación en hospitales. Y todo ligado con una banda sonora de lujo a cargo de R.E.M. ¿Qué más se puede pedir?
Vale la pena echarle un vistazo al vídeo, aunque contiene imágenes duras que pueden herir sensibilidades. Como la vida misma.



El segundo que cambia tu vida


Confieso que soy un amante de la idea “un segundo cambia tu vida”, no sólo en materia de siniestralidad vial, sino a lo largo de nuestras trayectorias personales y profesionales. Ciertamente, en no pocas ocasiones es así. Por eso, cuando hablamos de conductas al volante en un entorno que cambia a gran velocidad creo que debemos centrar nuestros esfuerzos en lograr que ese segundo no llegue nunca.
En ese sentido, me encanta la primera parte del vídeo. Imágenes que todos podemos reconocer como comunes. Amigos de fiesta, risas, celebraciones, alcohol… ¿Quién no ha bebido un poco más de la cuenta en alguna ocasión? Sin llegar a casos extremos ni por supuesto a tristes historias ligadas al alcoholismo, tampoco es para alarmarse tanto por haber acabado alguna noche un poco alegre… Allá cada cual con su hígado mientras se trate de algún episodio puntual y la cosa no vaya a más.
Pero la película nos habla entonces del verdadero problema: el manejo del vehículo. Ese “yo controlo” que se desmonta por momentos porque es incontestable que el alcohol y la conducción son incompatibles. Ese darse cuenta de que el problema puede surgir en cualquier momento, ya que se aúnan dos peligros potenciales: el conductor eufórico asume mayores riesgos mientras su cuerpo ya no le responde con agilidad.
En un segundo cambia tu vida, sí. Pero para no llegar directamente a la colisión, a la lesión, a la muerte, la película nos muestra algunas medidas que persiguen minimizar en caliente el número de siniestros viales debidos al consumo de alcohol. Vemos entonces los controles de alcoholemia y esas expresiones que cambian de un momento a otro. Quizá el gran momento de esta fase del vídeo sea el cambio de expresión que vemos en el minuto 1:12 a 1:17. Un breve lapso que marca el antes y el después. Todo un poema visual que preludia lo que vendrá después.


Los problemas crecen


Las imágenes siguientes son una espiral vertiginosa. Actos irreflexivos que acaban francamente mal. Colisiones espectaculares, choques de película… aunque sabemos que se basan en historias de verdad. Tan de verdad como el sufrimiento que acompaña a quienes reciben la triste noticia de manos de la Policía: “Su hijo circulaba con su turismo por la carretera CV-13. En el kilómetro 34 ha perdido el control de su vehículo, ha realizado una maniobra brusca, se ha salido de la carretera y ha colisionado con unos árboles, resultando muerto en el acto.”
Hospitales, recuperaciones, miedo, tristeza, sufrimiento, que contrastan con el alegre inicio del vídeo. Dolor, mucho dolor en estas secuencias del final de la película. Por cada persona que sufre un siniestro vial, un centenar de personas sufren a su alrededor las consecuencias. Por eso, acaba el vídeo con una sencilla petición rotulada que busca el compromiso de cualquiera que vea este spot: “Por el bien de todos, conduce con precaución esta Navidad”, lo que fácilmente se traduce en un “si bebes no conduzcas”, pero que admite otras caras de la moneda: “Por el bien de todos, no te impacientes al volante”, “Por el bien de todos, no te distraigas con el móvil”, “Por el bien de todos, respétate a ti mismo y respeta a los demás”.
Por el bien de todos, sí. Porque cuando llevamos un vehículo por las vías abiertas al tráfico no estamos solos. Y porque cuando vivimos, tampoco lo estamos. Padres, madres, hijos, abuelos, hermanos, tíos, primos, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de estudios o de trabajo… No, no estamos solos en la vida. Cada vez que una persona sufre un siniestro vial, un centenar de personas sufren a su alrededor.


La diferencia entre concienciar y sermonear


¿Tiene la película un carácter amonestador o un aire de sermón? No lo creo. Me fijo en algunas de las frases de la canción que suena a lo largo del vídeo. Se titula Everybody hurts y pertenece al álbum Automatic for the People de la banda estadounidense R.E.M. Dice así parte de su letra: “No estás solo. Si pretendes vivir por tu cuenta, las noches y los días se te harán muy largos. Todos lloramos, a todos nos duele. Aguanta.”
Esas son frases para el consuelo y tienden una mano a aquellos que, habiendo visto la película, hayan comprendido el mensaje: Más vale prevenir que curar y lamentarse. El vídeo simplemente habla de cómo se genera el problema y de cuáles pueden llegar a ser sus consecuencias. Y el resto, lo que cada uno de nosotros debe o no hacer, queda para la conciencia de cada uno de nosotros. Un gran vídeo, en definitiva. Algo duro, es cierto, pero grande.

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